El pasado 12 de marzo del 2104 la revista Slow LifeStyle publicó un artículo escrito por mí sobre mi nuevo proyecto Deep Hush, una performance de danza, chelo y sonidos bioacústicos marinos para sumergir a las personas en sus cuerpos acuáticos y concienciar al mundo sobre la contaminación acústica de los mares, un problema totalmente desconocido, invisible e imperceptible.
Por millones de años nuestros océanos han sido un auditorio perfecto para la vida, donde los mamíferos marinos utilizaban el sonido para comunicarse, encontrar comida, pareja, orientarse y evitar depredadores. En las últimas décadas este paraíso acústico se ha convertido en una prisión de ruidos, confusión, dolor y muerte. Las prospecciones y perforaciones petroleras y mineras, las actividades militares, los sonares y el tráfico de barcos han convertido a los mares en un lugar hostil para la vida.
El ruido marino mata o causa sordera permanente a millones de seres, y millones más sufren estrés, desorientación y dificultad para alimentarse. Los cetáceos que vemos varados en la playas son una pequeña muestra del sufrimiento y muerte que se esconden bajo la plácida superficie azul del mar.
La performance recrea el escenario acústico marino, Michael Stocker (científico bioacústico y músico) mezcla los sonidos de animales marinos y el ruido creado por el hombre. Michael Fitzpatrick (chelista y activista famoso por acompañar al Dalai Lama en sus giras) crea melodías y ecos con su chelo hilando todos estos sonidos en una poesía musical improvisada. Yo por mi parte, empleo danza para unir silencio, bioacústica, ruido y chelo para así ayudar a al público a conectar con sus cuerpos físicos, emocionales, mentales y espirituales, integrando y reconectando agua, emoción, vida, vibración y muerte.
Si estáis interesados en conocer más sobre los efectos de la contaminación acústica en los mares y sobre Deep Hush, podéis pinchar aquí para leer mi artículo para la revista Slow LifeStyle.
También podéis seguirnos a través de nuestra web www.deephush.org.